¿Corrupción voluntaria o forzada?
En algunos casos, la práctica corrupta puede ser un acto voluntario que la parte pertinente emprende con la intención deliberada de obtener una ventaja competitiva o una compensación injustificada adicional.
No obstante, en otros casos, la práctica corrupta puede ejercerse para “igualar las condiciones”. Por ejemplo, un contratista puede sentirse obligado a ofrecer un soborno durante una licitación si cree que sus competidores ofrecerán un soborno. Un contratista puede sentir que es necesario inflar una reclamación si cree que el propietario de proyecto reducirá automática e injustificadamente dicha reclamación, o ejercerá una reconvención falsa contra el contratista.
En algunas circunstancias, puede obtenerse del pagador un soborno por extorsión. Por ejemplo, puede decirse a un contratista que si no paga un soborno, no recibirá un pago, certificado o permiso al que tiene derecho.
Algunos delitos se cometen en la creencia equivocada de que las prácticas tales como la inflación de reclamaciones, o la retención ilegítima de un pago son actos empresariales normales y no constituyen delito penal.
No obstante, es probable que tanto si su participación es voluntaria como forzada, esté cometiendo un delito penal, y, en ausencia del temor de muerte o lesiones inminentes, no es probable que tengan defensa.